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Huella Andina recorrida por primera vez

María Taurizano es la primer persona en haber completado todas las etapas habilitadas del Sendero Huella Andina durante el verano de 2013,

Web oficial del
Sendero Huella Andina

éste simple y concreto dato no revela sin embargo lo más relevante … su enorme y profunda pasión por la naturaleza, un espíritu nómade y su cálida sencillez.

María es esa escasa clase de personas a quien uno se quedaría escuchando por horas sus aventuras, experiencias y pensamientos que inspiran a idear y llevar adelante aventuras. Y aunque ella diga que se extienda demasiado en sus respuestas, no hay dudas que al leer esta entrevista vas a pensar lo contrario deseando que hubiese contado más !

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 – María, ¿cómo nació la idea de hacer el recorrido de Huella Andina?

La idea de hacer la Huella Andina fue el inevitable caer en la tentación apenas enterarme de que dicha Huella existía. Yo había ido a la oficina de Parques Nacionales, en Bs As, a pedir información acerca del Lanín, ya que mi idea era subir al volcán. Cuando me atienden, empiezan a sacar folletería y aparece esta novedad “la Huella Andina”, así que ahí nomás empecé a barajar la posibilidad de cambiar de idea. Ya había hecho una ruta larga antes, la Ruta Lycia, 509 km sobre los montes Tauro en Turquía y a la vera del Mediterráneo, y este tipo de travesías, que a la vez son un desafío físico, una invitación a la aventura, y significan sumergirse en la naturaleza salvaje y la incivilización, a mí me enloquecen. Si algo así se me mete en la cabeza es muy difícil que lo deje de lado.

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– ¿Dónde conseguiste info previa? Descargaste una topoguía ¿de dónde?

Primero tuve un mapa, sencillo, incompleto, de los primeros trazados de la Huella, y sin explicaciones detalladas de las etapas. Simplemente era un folleto de promoción del “sendero más largo de la Argentina”. Busqué en internet y encontré en una página que no recuerdo pero que promociona el turismo en Argentina, un documento en Adobe con 24 etapas ya habilitadas de la Huella Andina. Ese documento me lo descargué en una netbook que llevé conmigo. Incluye una explicación de cada una de las 24 etapas, un mapa con el trazado, un gráfico de alturas y desniveles, y algunas consignas importantes para tener en cuenta cada día, como “no olvidar cerrar la tranquera”, o “llevar zapatos extras para vados”, recomendaciones así, además de poner si hay alguna posibilidad de transporte urbano o de servicios o proveeduría en los puntos de salida o llegada.

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– ¿Cuántos días habías planeado que durase y cuántos te llevó finalmente?

Me llevó lo que había pensado. Eran 24 etapas, al menos las que tenía programadas de acuerdo a esa topoguía. Como hay puntos en que hay que desplazarse por ruta de un punto a otro para retomar ya que faltaría unir tramos mediante sendas, yo había calculado que ahí perdería un día entre salir de una ciudad y llegar a otra para seguir caminando temprano al día siguiente. Así que yo había calculado 26, 27 días. Al final fueron 29 días, con dos etapas más en el programa. El Krugger completo -ida y vuelta sin enlace lacustre- que fue cerrado por emergencia meteorológica, y el Baguilt que no yo no lo tenía contemplado pero que al enterarme que ya estaba abierto y siendo además el final de Huella Andina, decidí realizar.

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– ¿Te preparaste físicamente antes? ¿Qué consejos le darías a una persona que quiera hacer Huella Andina o parte de la misma?

Yo no voy habitualmente a un gimnasio, le pongo dinamismo a lo cotidiano. Muchas veces me han preguntado por qué mis brazos son musculosos y yo me río y digo que es de pasar el trapo. Siempre hice la gimnasia hogareña doblemente productiva, y además con alegría; puede sonar gracioso pero llevo el peso de las bolsas del supermercado repartido en las dos manos y camino a casa haciendo bíceps, o llevo la mochila para caminar con 14 o 15 kg de peso en la espalda. Camino mucho, y desde chica hice actividad física, quizás más inclinada a lo artístico como gimnasia artística, acrobacia, patinaje artístico, o diferentes tipos de danza. Esta vez, pensando en una escalada, iba caminando a una escuela de campo donde fui suplente un par de meses y volví a hacer un mes de telas y aerobic en un gimnasio, pero más que nada es el dinamismo puesto en lo cotidiano, a conciencia, barrer apretando abdominales y glúteos, haciendo tríceps entre las sillas de a ratos, y caminando bastante, con las bolsas, la mochila cargada, subir y bajar las escaleras en lugar de usar el ascensor, y sobre todo la alegría y el optimismo.

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– Contanos brevemente el equipo que con que hiciste el trekking: mochila, carpa, calentador, tipo de ropa y calzado, etc. ¿Cuántos kg llevabas aproximadamente? Y ahora que finalizó ¿te faltó llevar algo?

Yo no tengo equipo. Mi equipo es muy rudimentario, y hace tiempo que estoy pensando en renovarlo. Lo necesito. Lo que pasa es que es caro y siempre primero saco pasaje y relego el equipo, pero lo necesito. Lo único bueno que tengo es una bolsa de dormir que me salvaría hasta arriba de un glaciar porque es 1 kg de pluma, es lo único. La carpa es de juguete, la compré en un supermercado en México y es para que los niños jueguen en el jardín, pero resiste, no sé si a fuerza de mi fe y mi voluntad que le ruego desde adentro que no se llueva. No tiene más sobre techo que un cuadradito de tela. Pero resiste. La mochila es una mochila vieja que no tiene ningún tipo de separación con la espalda, de hecho me hizo una ampolla por el roce en la lumbares, que luego se convirtió en una llaga y luego ya se secó y endureció; la mochila no tiene el gancho para la cintura, así que le hago un nudo que a cada a rato tengo que volver a atar y ajustar porque se va aflojando. Ropa es toda ropa común. No tengo ni un par de medias para caminar o correr, ni una camiseta traspirable, ni un pantalón de trekking, ni una campera de duvet o goretex. Las botas estuvieron bien y dejaron sus huellas. Se la re bancaron. No son muy famosas, se llaman Confortex y las compré de emergencia en Bulgaria cuando las montañas Rila acabaron con las que llevaba. Tampoco pude comprarme la marmita, pero me compré una pavita de bazar y una olla que mandé derecho viejo al fogón y jubilé totalmente negras al final del viaje. Arranqué con 18 kg porque llevaba comida por demás de Bs As. Comí muchos fideos y polenta los primeros días, para alivianar, y seguí todo el camino manteniendo un promedio de 15 kg y comprando comida donde sabía que seguro iba a encontrar, para los días en que no habría proveedurías. Ni más ni menos comida, a veces más menos que más, con tal de no llevar peso en exceso, eso sí, la netbook firme para escribir el blog y ver los documentos que llevaba. Después, otro tema, era poder cargarle la batería. En cuanto a si me faltó llevar algo… nada indispensable, pero sí pienso que aunque se puede hacer la Huella Andina con un equipo básico -nada más básico que el mío- si uno puede hacerse con una buena mochila, con un buen calzado, con elementos livianos y pequeños, como por ejemplo una toalla de esas que son ultradelgadas pero secan que yo tampoco tengo aún, entonces todo eso suma para hacer más ameno el esfuerzo. Yo me arreglé bien con lo que llevaba pero reconozco que tengo un gran poder de adaptación a todas las circunstancias y carencias.

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Clic aquí para leer la segunda parte de la entrevista –>

¡ Disfrutá las fotos y los relatos de cada etapa escritos por María en su blog !
en este link: lahuellaandina.blogspot.com.ar
Email de María Taurizano: mariataurizano@gmail.com

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